Benito Juárez, 10 datos poco conocidos
Benito Juárez, 10 datos poco
conocidos
1. La historia oficial estableció
que durante su infancia, Benito Juárez abandonó su pueblo, San Pablo Guelatao,
temeroso de que su tío lo regañará por perder uno de los borregos que cuidaba.
Lo cierto es que, en su escrito Apuntes para mis hijos, el propio Juárez señala
que dejó su pueblo debido a la pobreza en que vivían, ya que no había
posibilidades de salir de ese estado de postración.
2. Una de las representaciones
artísticas más conocidas del niño Juárez –avalada por la historia oficial-, es
donde aparece sentado sobre una piedra, junto a la laguna del Encanto, en San
Pablo Guelatao, tocando una flauta de carrizo. No hay ningún indicio histórico,
ni siquiera en los Apuntes para mis hijos que escribió el propio Juárez, donde
se haga mención de que tocaba la flauta.
3. El historiador José Fuentes
Mares escribió: “Dios era juarista”, al referirse a la buena fortuna de don
Benito durante la Guerra de Reforma. En 1859, Juárez autorizó la firma del
tratado McLane-Ocampo, por el cual, México cedía a Estados Unidos el paso a
perpetuidad por el Istmo de Tehuantepec y otros puntos del territorio nacional
a cambio del reconocimiento de su gobierno. Estados Unidos cumplió con su parte
e incluso apoyó con armas a las fuerzas liberales, sin embargo, el Congreso
norteamericano no ratificó el tratado y nunca entró en vigor, con lo cual
México puso a salvo su soberanía, y don Benito su imagen.
4. De 1857 a 1867, Juárez
enarboló la Constitución de 1857 como bandera contra los conservadores, y luego
contra la intervención francesa y el imperio de Maximiliano. Sin embargo, dadas
las circunstancias del país, en ese lapso nunca pudo gobernar con ella. El
Congreso le otorgó facultades extraordinarias para hacer frente a la grave
situación que atravesó el país. La Constitución se convirtió así en una bandera
política.
5. La batalla del 5 de mayo de
1862 fue transmitida en vivo y en directo desde Puebla, a través de una línea
telegráfica que llegaba a Palacio Nacional. Desde ahí, el presidente Juárez
estuvo al tanto de la jornada, desde las 9:30 de la mañana en que Zaragoza
notificó que ya se divisaba la vanguardia francesa y hasta las 5:49 de la tarde
en que llegó el famoso telegrama que anunciaba la victoria: “las armas
nacionales se han cubierto de gloria”.
6. Juárez y Maximiliano nunca se
conocieron personalmente, sin embargo, meses después del fusilamiento del
emperador, en octubre de 1867, cuando el cuerpo del archiduque se encontraba en
la Ciudad de México, donde se le practicaba su segundo embalsamamiento, don
Benito visitó el templo de San Andrés para ver el cadáver. Lo único que expresó
Juárez al ver al austriaco fue: “Era alto este hombre; pero no tenía buen
cuerpo: tenía las piernas muy largas y desproporcionadas”. Y agregó: ‘No tenía
talento, porque aunque la frente parece espaciosa, es por la calvicie”.
7. El 30 de julio de 1867, el bergantín Juárez
atracó en Veracruz con un prisionero que valía su peso en oro: Antonio López de
Santa Anna. El presidente Juárez ordenó que de inmediato fuera juzgado por la
ley del 25 de enero de 1862 –misma que condujo al patíbulo a Maximiliano,
Miramón y Mejía y la cual seguramente llevaría por el mismo sendero a Santa
Anna-. El juicio se llevó poco más de dos meses y el 7 de octubre se dictó
sentencia: ocho años de destierro. Juárez, que esperaba que fuera sentenciado a
muerte, decidió castigar a los jueces y los envió durante seis meses a las
tinajas San Juan de Ulúa.
8. En 1869, el vapor Guatimoc
realizó seis viajes de prueba en el lago de Texcoco antes de invitar a Juárez a
presidir su recorrido inaugural. El vapor avanzaba arrojando su espesa estela
de humo blanco, cuando un gran estruendo sacudió a los invitados: una de las
calderas había estallado. No hubo muertos, pero sí un buen susto. Al hacer la
crónica del siniestro en el periódico El Renacimiento, Ignacio Manuel
Altamirano escribió: “llama la atención la buena fortuna del presidente, quien
sale siempre ileso de todos los peligros”.
9. Al caer la noche del 18 de
julio de 1872, Juárez se encontraba en franca agonía por una afección cardiaca,
para combatir los intensos dolores en el corazón, los médicos aplicaron sobre
el pecho de don Benito agua hirviendo, esperando la reacción del músculo
cardiaco. La piel parecía desintegrarse por la elevadísima temperatura del
agua, pero el presidente aguantó firme la aplicación de los fomentos en dos
ocasiones. Sin embargo, ya no había nada que hacer, cerca de las 11:30 de la
noche falleció.
10. La estatua de Benito Juárez
que se encuentra en el patio Mariano del Palacio Nacional, en el ala norte, fue
fundida con los cañones que los liberales le arrebataron a los conservadores al
mando del general Miguel Miramón en la batalla de Calpulalpan, el 22 de
diciembre de 1860 -victoria que le dio el triunfo a los liberales en la Guerra
de Reforma-, y también con los obuses que sirvieron para la defensa de Puebla
durante el sitio de 1863. (El Imparcial)
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